miércoles, 28 de diciembre de 2011

LA ESTACIÓN DE PREMIÁ

Espera en la estación,
a la sombra en el banco de rojo oxidado;
el aire frío que barre los andenes
se mezcla con la respiración helada.

El reloj marca las dos y veinte,
quedan ocho minutos;
conversaciones en otros bancos,
gritos en la playa
y el agua que fluye de una ducha mal cerrada.

Espera en la estación,
espera de otra espera posterior;
llega más gente, más ruido…
el reloj marca las dos y veinticuatro,
quedan cuatro minutos.

Detrás la carretera,
zumbido continuo, acompasado
que ensordece el vibrar de las vías
cuando el tren llega.

(OdlV – Abril/1997)

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